Entrevista al Profesor Emérito del Departamento de Ingeniería Matemática, Dr. Rodolfo Rodríguez.
Con una vida entera dedicada a la docencia, la investigación y la búsqueda del conocimiento matemático, el Dr. Rodolfo Rodríguez es una de esas figuras que dejan huella. Criado en Lanús, al sur de la ciudad de Buenos Aires, lleva tres décadas viviendo en Chile, país que —como él mismo explica— lo recibió con calidez y del que se enamoró sin reservas. Hoy, a sus 71 años, mantiene la misma serenidad y lucidez con la que ha guiado a generaciones de estudiantes.

“La matemática me atrapó cuando descubrí que servía para resolver problemas”
“Recuerdo que llegué al último año de enseñanza media sin saber si estudiar química, física o matemática. Participé en las Olimpiadas de Matemática en Argentina, allá por el 73, y salí segundo a nivel nacional. Ahí me di cuenta de que me gustaba resolver problemas, y entendí que las fórmulas no eran un fin en sí mismas, sino herramientas para entender el mundo. Entonces le encontré el gustito a la matemática”, relata con una sonrisa.
Su vocación docente se inició en 1976, cuando comenzó a enseñar en la universidad, y desde entonces nunca se ha apartado del aula. “Casi 50 años haciendo docencia”, dice con modestia. “Yo no tengo experiencia enseñando a niños, pero estoy convencido de que a los niños deberían enseñarles a pensar de manera lógica desde pequeños, de forma consciente”.
De Lanús a Concepción: una historia de ciencia y de amor
El destino quiso que su camino académico lo llevara a Europa. “Estaba terminando un postdoctorado en Estados Unidos y me contrataron como profesor visitante en Santiago de Compostela. Allí conocí a la que sería mi esposa, que hacía su doctorado en Biotecnología. Cuatro años después nos casamos y decidimos venir a Chile”, recuerda.
Llegar al país fue, para él, una transición natural. “Las personas de Chile siempre me parecieron muy cercanas, muy parecidas a los argentinos. Solo tuve que acostumbrarme a usar más el ‘usted’, porque nosotros tuteamos a casi todo el mundo”.
El rigor del análisis matemático
Su pasión académica se centró en el análisis matemático y el análisis numérico, campos que, como explica, buscan introducir el infinito dentro de las operaciones clásicas y desarrollar métodos computacionales para resolver problemas concretos. “En matemática uno se encuentra con un problema y crea un procedimiento para resolverlo. Luego estudia en qué condiciones ese procedimiento puede aplicarse a otros problemas. Eso es lo fascinante: un método bien concebido puede abrir muchas puertas”.
Entre sus múltiples líneas de investigación, destaca su tesis doctoral en mecánica celeste —inspirada por el paso del cometa Halley— y su trabajo en propagación de ruidos para sistemas anti ruido automotrices, colaborando incluso con Nissan. “La idea era generar un ruido que, sumado al otro, diera cero. Eso se aplica hoy en audífonos y cabinas de avión. En esa época era todo un desafío tecnológico”, recuerda.
También ha trabajado en proyectos de electromagnetismo, desarrollando modelos matemáticos aplicados a la industria del silicio en España, y en conjunto con el profesor Rodolfo Araya ha participado en investigaciones sobre las propiedades de la corteza terrestre, a partir de cómo se propagan las ondas sísmicas.
El privilegio de enseñar en la Universidad de Concepción
El Dr. Rodríguez se considera afortunado de haber desarrollado su carrera en la Universidad de Concepción. “Para mí trabajar en la UdeC es un privilegio. En 30 años nunca me han negado nada cuando he fundamentado una solicitud. La universidad apoya la investigación de manera ejemplar. Por eso tanta gente aquí tiene la camiseta bien puesta”.
Aunque se jubiló hace seis años, sigue vinculado a la universidad a través de contratos anuales. “Probablemente este sea mi último semestre, pero sigo disfrutando mis clases. Enseñar análisis matemático es algo que me apasiona”.
Reconoce que la enseñanza de la matemática ha cambiado poco en comparación con otras disciplinas. “Hay un cuento que me gusta mucho —dice—: congelan a un ingeniero, un médico y un matemático durante 100 años. Al despertar, el ingeniero y el médico no entienden la tecnología moderna, pero el matemático toma la tiza y sigue trabajando como siempre. La pregunta es si eso es razonable. La matemática es universal y constante, lo que cambian son los problemas que motivan su aplicación”.
La humanidad detrás de los números
Más allá de su brillante trayectoria, el Dr. Rodríguez valora los vínculos humanos que ha forjado. “Los estudiantes humanizan la carrera. En el posgrado uno trabaja codo a codo con ellos, y eso genera lazos profundos. Muchos de mis amigos hoy fueron mis alumnos”, confiesa. En total, ha dirigido 19 tesis de doctorado.
Con humildad, reconoce que dedicarse a la matemática requiere “un poco de obsesión, cierto grado de locura, o ser un genio”. Y agrega: “Aquí, en el Departamento de Ingeniería Matemática, uno se encuentra seguido con personas que piensan distinto, que tienen esa capacidad de ver soluciones donde otros todavía están dándole vueltas al problema”.
Mensajes finales
A sus colegas:
“No me siento tan grande como para dar consejos, pero quizás les diría que aprendan a convivir, a disfrutar tanto de las matemáticas como del trabajo compartido. No dejen de humanizar lo que hacen”.
A los estudiantes:
“Concilien el estudio con la vida, pero aprovechen muy bien sus años de universidad. Los cimientos que construyan ahora sostendrán todo su futuro. Los primeros cursos son los más duros, pero también los más importantes. En esta carrera, si no son capaces de concentrarse en un problema y resolverlo, difícilmente podrán ser buenos ingenieros matemáticos”.
Una vida de ecuaciones y humanidad
Hoy, al mirar hacia atrás, el profesor Rodríguez ve en la matemática no solo un lenguaje universal, sino también una forma de entender la vida: con rigor, coherencia y pasión por descubrir.
“Lo que más me enorgullece —dice finalmente— es haber podido transmitir esa pasión, y haberla compartido con tantas personas que hoy siguen resolviendo problemas con la misma curiosidad con la que yo empecé”.